Con P de Pinche, con P de Pacheco

Imagen tomada de el pais.com (Fernando Vicente)

Imagen tomada de el pais.com (Fernando Vicente)

Hace poco más de tres meses, durante el VI Congreso de la Lengua, celebrado en Panamá, el periódico español “El País” solicitó a José Emilio Pacheco y a otros 20 escritores de habla hispana seleccionar la palabra más autóctona de sus respectivos países, esto con el objetivo de formar el “Atlas Sonoro del Español”.

El escritor, traductor y poeta mexicano José Emilio Pacheco eligió el vocablo “Pinche”, palabra que él mismo definió como “Un epíteto que degrada todo lo que toca. Es así como este ilustre personaje dedicó uno de sus últimos textos para dar a conocer al mundo una palabra que para los mexicanos es cosa de todos los días aunque algunos tapen sus oídos cada vez que la escuchan. Un término que es utilizado por todas las clases sociales con el mismo significado. Lo que podría denominarse la palabra de los mexicanos.

Curiosamente en el “Atlas Sonoro del Español” también participó el escritor Argentino Juan Gelman quien dejó de existir el 14 de enero del 2014 y   selecciono “Boludo” como la palabra más autóctona del país sudamericano. Curiosamente las últimas palabras que escribió José Emilio Pacheco antes de morir el domingo 26 de enero fueron para su “Inventario” dedicado precisamente para su amigo Juan Gelman y fue publicado por PROCESO el mismo día de su muerte.

Este es el texto íntegro con el que José Emilio Pacheco justifica la palabra “Pinche” como la más autóctona de México.

México: PINCHE
Por José Emilio Pacheco
En México, “pinche” canceló su acepción normal para adquirir, no se sabe cuándo, las características de un epíteto derogatorio que sorprende por su omnipresencia y durabilidad.

El más amplio catálogo de acepciones lo consigna el excelente Diccionario del español usual en México de Luis Fernando Lara en su segunda edición de 2009. Lara advierte que se trata de una grosería: “Pinche” 1. Que es despreciable o muy mezquino. 2. Que es de baja calidad, de bajo costo o muy pobre.

“Pinche” puede ser un empleado, el hábito de fumar, la suerte, un policía, una camisa, un perro, una casa, una persona, el mundo entero, una comida, un regalo, un sueldo o bien lo que a usted se le ocurra. Se trata, pues, de un epíteto que degrada todo lo que toca. Normaliza y vuelve aceptable una furia sin límites contra algo que nos ofende y humilla pero no podemos cambiar.

Admite grados y amplificaciones: “Esa novela me pareció un poco pinche”. “El racismo es una actitud pinchísima”. A veces puede ser un sustantivo inapelable: “No te lleves con él: es un tipo de lo más pinche.” Puede adquirir el rango de injuria máxima: “No me vuelvas a hablar, hijo de tu pinche madre.”

No sé cuándo empezó a emplearse y nunca he leído nada sobre su origen. Ya que “pinche” en español común es “el ayudante de cocina”, sin ninguna pretensión ni autoridad, se me ocurre que el término se originó en tiempos de la hacienda y el latifundio.  Nació entre los peones obligados a trabajar la tierra para beneficio de los amos y que veían con explicable  resentimiento a quienes laboraban en ocupaciones serviles dentro de la casa grande.

Si el uso está restringido a México, resulta algo anecdótico e insignificante  frente al hecho de que, a diferencia de tantos otros idiomas, quinientos millones de personas podamos entendernos en nuestra lengua materna. Es una “pinche” desgracia que muy pocas veces tengamos conciencia de este prodigio.

AQUÍ completo el “Atlas Sonoro del Español”